La Leyenda del Cuervo.
Leyenda Japonesa
En
tiempos remotos, todas las aves que poblaban la tierra eran de color
blanco. Se parecían tanto unas a otras, que a veces las madres ni
siquiera podían reconocer a sus crías.
Cierto día, ante esta situación, un
listo milano pensó que lo mejor era colorear sus plumas. Ni corto ni
perezoso, machacó unas hierbas y elaboró un tinte de color marrón con el
que se pintó el plumaje.
Se vio tan guapo y elegante, que dijo a las demás aves que si querían hacer lo mismo, él las ayudaría.
Las aves, que estaban sorprendidas con
el resultado, también quisieron pintar sus plumas de bellos colores y
aceptaron el ofrecimiento del milano tintorero. Unas eligieron el rojo,
otras el verde… y muchas salpicaron su cuerpo de variados y exóticos
colores.
Así, el mundo se llenó de pájaros a cada cual más lindo.
Por la noche, el milano estaba agotado
de tanto pintar y decidió irse a dormir. De repente, alguien llamó a su
puerta. Abrió, y era un cuervo que acudía a pedir ayuda al milano para
que pintara sus plumas del color más bonito del mundo.
El milano, que estaba muy cansado, le
dijo que regresara por la mañana, porque necesitaba descansar tras un
duro día de trabajo. El cuervo se enfadó tanto que el milano no tuvo más
remedio que ceder ante su insistencia. Pintó sus plumas con preciosos
colores pero estaba tan cansado que cuando ya había terminado, en un
descuido volcó un vaso de tinte negro encima del cuervo.
Desde entonces, el cuervo es de color carbón y persigue al milano sin descanso.

El Cocodrilo
Leyenda Africana
Cuentan
en Namibia que hace muchísimo tiempo, el cocodrilo era un animal de
piel lisa y dorada. Sólo por la noche salía del agua embarrada para que
la Luna se reflejara en su maravillosa piel. Era tan brillante y
reluciente que causaba la admiración de todos los animales que por allí
habitaban.
El cocodrilo se sentía tan halagado y
orgulloso, que decidió salir también durante el día para que todos le
contemplaran. Los animales ya no sólo iban a la charca para ver su
hermosa piel de oro bajo la luz de la Luna, sino que mañana y tarde, se
acercaban a contemplar cómo el cocodrilo refulgía bajo los rayos del
cálido Sol.
Pero tanto se quiso lucir el cocodrilo,
que el Sol poco a poco fue estropeando su piel. Pronto se volvió fea y
cubierta de grandes escamas oscuras. Los animales dejaron de acudir a
ver al cocodrilo, y éste sintió una gran vergüenza.
Es por eso que desde entonces, cuando
alguien se acerca, el cocodrilo se mete rápidamente en el río y sólo
asoma sus intensos ojos
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